Federico, Bernardo, Paco

¿Tienes ya lista tu entrada para el Theatre Forum Meyrin de Suiza? Porque es allí donde se desarrolla la historia que hay detrás de Federico, Bernardo, Paco (te la cuento más abajo).

Como en cada pieza, te propongo una forma especial de escuchar esta música: en este caso, me gustaría que te sentaras en un lugar cómodo y pensaras que estás en un  teatro, a punto de asistir a un espectáculo (no, no hace falta que te arregles para la ocasión).

En este tema han colaborado varios artistas a los que les agradezco desde aquí tanta generosidad regalándome un poquito de su arte: gracias a Carlos Álvarez-Ossorio, por ponerle voz a Federico; a Pedro Pimentel, por ser tan flamenco con una guitarra en las manos; a José Manuel Martínez, por esa forma de hacer llorar a un violín; a Manuel Cuadrado, por ese compás por bulerías al cajón, la guitarra y las palmas; a Manolo Cuadrado, por ese zapateado tan increíble que corta la respiración; y a Jaime Cuadrado, por esa profesionalidad y ese buen gusto en la grabación y en la mezcla.

Aquí te dejo el enlace de la pista en Spotify. Si te ha gustado, por favor comparte la música o esta misma página en tus redes sociales. ¡Gracias! 

(Si no tienes Spotify, puedes encontrar Federico, Bernardo, Paco en iTunes, Apple Music, Amazon, Youtube Music y cualquier plataforma de distribución digital de música)

La historia de Federico, Bernardo, Paco

Federico, Bernardo, Paco es quizás una de las piezas que más me identifican como músico, en las que es más reconocible mi forma de crear, la fusión de estilos, los tiempos ternarios, la explosión de energía en forma de música, la intimidad convertida en el llanto de un instrumento… pero, sobre todo, es un homenaje. Un homenaje a dos de las personas que más me han aportado y me han hecho crecer como músico: mis tíos Bernardo y Paco.

Bernardo era bailarín y coreógrafo. Muy joven se marchó de España para poder vivir del flamenco, pero también buscando un lugar donde no tener que esconder su homosexualidad. Después de muchos viajes, de haber trabajado en Japón y Rusia, se estableció en Ginebra, donde luchó hasta abrir la primera escuela de flamenco de Suiza. En 1998 montó un espectáculo flamenco centrado en la figura de Federico García Lorca. Tuve la suerte, la enorme suerte, de ser parte de esa experiencia. Viajé con mis padres y mi hermano pequeño a Ginebra, estuvimos con él en los ensayos previos, ayudándole con los últimos retoques del montaje, y en el estreno y las funciones que tuvo el espectáculo. Fue una experiencia muy intensa. Años después, cuando mi tío murió, con 39 años, debido a complicaciones derivadas del lupus que padecía, ese recuerdo me inspiró esta música, que comienza con el recitado de los mismos versos de Lorca con los que comenzaba su espectáculo.

Bernardo ha sido para mí (y sigue siendo) un referente de luchar por algo en lo que crees, por seguir el camino de tu pasión, contra viento y marea. Ha sido un ejemplo de lucha contra las normas, contra los “debería” y contra quienes no lo aceptaban. También lo ha sido como persona creativa, ARTISTA con mayúsculas, con una capacidad enorme para expresar, para transmitir, para hacer sentir.

Otro de mis tíos, Paco, Paco Cuadrado, uno de los pintores más comprometidos y con mayor reconocimiento en Sevilla en el último siglo, también estuvo con nosotros en Ginebra para ese espectáculo. Paco pintó la cara de Lorca para el telón de fondo, y también aparecía en escena, precisamente pintando un lienzo. Paco y Bernardo, como buenos artistas, sentían admiración mutua por el trabajo y el talento del otro.

Mi tío Paco ha sido mi otro gran referente como creador, como artista, como Maestro (así nos llamábamos mutuamente cuando nos veíamos). Es una persona que, a lo largo de su vida, ha sufrido mucho (fue perseguido y encarcelado por su ideología política), pero que nunca ha dejado de pintar y de creer en su pintura: “es lo único que sé hacer”, decía muchas veces. Su mejor consejo, “pintar cada día un poquito; aunque te equivoques, aunque borres al día siguiente lo que hiciste ayer. Cada día, un poquito”. Paco murió hace más de tres años, pero hasta en sus últimos meses de vida siguió pintando. Sin poder levantarse, cambió el óleo por la acuarela, porque le requería menos esfuerzo y encontró una nueva forma de expresarse, siempre a través de la pintura.  

Bernardo no pudo nunca escuchar Federico, Bernardo, Paco, pero Paco sí. Sin que yo lo supiera, mi madre le puso la maqueta de la pieza, sin terminar de grabar ni mezclar, y sin saber que, en parte, iba dirigida a él. Su reacción es quizás el halago más grande que nadie ha podido hacerme como músico. Después de oírla, simplemente dijo: “Mari, qué ganas me han entrado de pintar escuchando esta música”.